Los 68: Primavera, Praga, París
Muchos países conmemoran el 50 aniversario de un año fundamental: 1968. Pero éste no solo representa 365 días en la historia. En plural “los 68” identifican una ola de protesta que se extendió por el planeta y cuyos efectos aún se perciben en nuestros días. Las protestas se dieron sobre todo en Europa, Estados Unidos, América Latina y Japón. México tuvo su propio 68, pero en esta ocasión referiré otros que nos influyeron: Praga y París.
La “Primavera de Praga” fue un movimiento en la antigua Checoslovaquia que más bien inició en invierno (enero) y culminó en verano (agosto), pero que legó la concepción contemporánea de la palabra “primavera”: florecimiento de libertades. En efecto, bajo el efímero liderazgo de Alexander Dubcek, los checoslovacos intentaron crear un socialismo democrático con libertad de expresión, una cultura en ebullición creativa y ciudadanos sin miedo al régimen totalitario. Pero lo que Moscú consideró intolerable fue la pretensión de elegir líderes del Partido Comunista mediante el voto secreto. El sueño terminó de golpe con la irrupción de los tanques soviéticos en Praga.
En Francia, en el mes de mayo (éste sí en primavera), los estudiantes salieron a las calles de París a protestar contra la imposición y el aburrimiento generados por una sociedad dominada por adultos conservadores. A ellos se unieron los obreros y juntos repudiaron al capitalismo y su creación: la sociedad industrial, con consignas como “Mientras más hago la revolución más ganas tengo de hacer el amor [y al revés]”, “la sociedad de consumo debe morir”, “prohibido prohibir” y “la imaginación al poder”. También hubo represión policial y las protestas se diluyeron.
Carlos Fuentes hizo una de las mejores crónicas del Mayo francés. Dijo que los 68 significaron en lo inmediato una derrota pírrica pero también una victoria aplazada en el tiempo. Es cierto: los 68 abrieron grietas profundas tanto en el capitalismo como en el comunismo. En Francia surgió un partido socialista renovado que llegó al poder en 1997 y en Checoslovaquia un sesentayochero fue presidente en 1993: Václav Havel. Más allá de lo político, en lo cultural los 68 liberaron cantidades tremendas de energía que impulsaron la liberación y la tolerancia sexual, los feminismos y la igualdad de género, y en general la reivindicación de las libertades; así como a movimientos sociales de nuevo cuño: pacifismos, ecologismos, globalifóbicos, indigenistas y otros que hoy utilizan expresiones como “Otro mundo es posible” y el famoso “Sí se puede”.
Sin dejar de ver su lado oscuro (el individualismo extremo y el narcisismo) se puede afirmar que, a medio siglo de distancia, el balance de los 68 en el mundo ha sido más positivo que negativo.
@RodrigoSanArce