/ jueves 31 de mayo de 2018

Hablemos de Paz y No Violencia


Los 68: derechos civiles y protestas pacifistas estadounidenses

El arribo de Trump al poder puede interpretarse como una reacción de ese Estados Unidos profundo, racista, decadente y en crisis económica, que terminó repudiando a Obama como su presidente y que durante las elecciones del 2016 pudo reflexionar lo siguiente: “Ya nos gobernó un negro y probablemente gobierne una mujer, ¿qué falta, que gobierne un homosexual?”. El problema de los derechos civiles en ese país sigue vigente, pero ahora las minorías (que ya no lo son tanto) afectadas no sólo son los negros, también los hispanos migrantes (sobre todo mexicanos) y el colectivo LGBT, entre otras.

El pasado 4 de abril se cumplieron 50 años del asesinato de Martin Luther King Jr., precisamente en el emblemático año de 1968. Este pastor evangélico lideró el movimiento por los derechos civiles durante tres lustros, hasta su muerte, con métodos no violentos (marchas, boicots, huelgas de brazos caídos, entre otros). Su objetivo principal fue terminar con la segregación y la discriminación (manifestada de manera absurda en espacios exclusivos para blancos y negros en camiones, escuelas, baños públicos, cafeterías, etcétera), aunque pronto se convirtió en una lucha por el voto universal y, en última instancia, por mejorar las condiciones de la población negra estadounidense. Tal vez su mayor logro fue la firma en 1964 del Acta de Derechos Civiles, por la cual ese mismo año el doctor King recibió el Premio Nobel de la Paz.

Como se observa, la lucha no comenzó y terminó en 1968, pero es significativo que ese año hubieran asesinado a King. Lo cierto es que los movimientos estudiantiles que en el 68 se registraron en varias universidades, sobre todo en Columbia y Berkeley, y que exigían mejores condiciones educativas, se mezclaron con las protestas por los derechos civiles e incluso con las pacifistas contra la guerra de Vietnam. Esos estudiantes formaron su propio 68, pero también fueron parte de la ola de protesta que convulsionó al mundo. Su 68, además, es antecedente directo de los globalifóbicos de Seattle de 1999, los Occupy Wall Street (protestas contra las empresas expoliadoras y evasoras de impuestos) de 2011 y de los estudiantes contra las armas en este 2018.

Aún más, se puede decir que el propio Obama, el primer presidente negro, es heredero de las luchas por los derechos civiles y, además, es producto del 68 estadounidense. No obstante las regresiones que ha causado la llegada de Trump hacen necesaria una renovación de este movimiento, que recuerde las luchas del 68 y no permita que los derechos y las libertades ganadas se pierdan por las locuras de ese presidente racista, pues muchos mexicanos que viven en ese país se han visto beneficiados con ellas.

@RodrigoSanArce


Los 68: derechos civiles y protestas pacifistas estadounidenses

El arribo de Trump al poder puede interpretarse como una reacción de ese Estados Unidos profundo, racista, decadente y en crisis económica, que terminó repudiando a Obama como su presidente y que durante las elecciones del 2016 pudo reflexionar lo siguiente: “Ya nos gobernó un negro y probablemente gobierne una mujer, ¿qué falta, que gobierne un homosexual?”. El problema de los derechos civiles en ese país sigue vigente, pero ahora las minorías (que ya no lo son tanto) afectadas no sólo son los negros, también los hispanos migrantes (sobre todo mexicanos) y el colectivo LGBT, entre otras.

El pasado 4 de abril se cumplieron 50 años del asesinato de Martin Luther King Jr., precisamente en el emblemático año de 1968. Este pastor evangélico lideró el movimiento por los derechos civiles durante tres lustros, hasta su muerte, con métodos no violentos (marchas, boicots, huelgas de brazos caídos, entre otros). Su objetivo principal fue terminar con la segregación y la discriminación (manifestada de manera absurda en espacios exclusivos para blancos y negros en camiones, escuelas, baños públicos, cafeterías, etcétera), aunque pronto se convirtió en una lucha por el voto universal y, en última instancia, por mejorar las condiciones de la población negra estadounidense. Tal vez su mayor logro fue la firma en 1964 del Acta de Derechos Civiles, por la cual ese mismo año el doctor King recibió el Premio Nobel de la Paz.

Como se observa, la lucha no comenzó y terminó en 1968, pero es significativo que ese año hubieran asesinado a King. Lo cierto es que los movimientos estudiantiles que en el 68 se registraron en varias universidades, sobre todo en Columbia y Berkeley, y que exigían mejores condiciones educativas, se mezclaron con las protestas por los derechos civiles e incluso con las pacifistas contra la guerra de Vietnam. Esos estudiantes formaron su propio 68, pero también fueron parte de la ola de protesta que convulsionó al mundo. Su 68, además, es antecedente directo de los globalifóbicos de Seattle de 1999, los Occupy Wall Street (protestas contra las empresas expoliadoras y evasoras de impuestos) de 2011 y de los estudiantes contra las armas en este 2018.

Aún más, se puede decir que el propio Obama, el primer presidente negro, es heredero de las luchas por los derechos civiles y, además, es producto del 68 estadounidense. No obstante las regresiones que ha causado la llegada de Trump hacen necesaria una renovación de este movimiento, que recuerde las luchas del 68 y no permita que los derechos y las libertades ganadas se pierdan por las locuras de ese presidente racista, pues muchos mexicanos que viven en ese país se han visto beneficiados con ellas.

@RodrigoSanArce

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