/ jueves 25 de octubre de 2018

Hablemos de Paz y No Violencia


Preocupantes muestras de xenofobia

Es martes por la tarde y frente a la reja del edificio de Relaciones Exteriores en la calle Juárez de la CDMX, el colectivo “Rebelión contra el capitalismo” se manifiesta a favor del trato digno a los hondureños que pisan suelo mexicano con la consigna “los migrantes no son criminales”; un joven retira la manta de manera abrupta, lamentándose por que “destruyen la historia de mi México”. Antes que se armara el borlote, llegó la policía a escoltar al joven. En el fondo, su molestia es por la defensa de los derechos de la caravana de hondureños, no por los derechos de una reja que ni es histórica, ni sufrió daños.

Parece que a los mexicanos se nos está acabando una de las cosas que mejor nos caracterizó durante el siglo XX: la solidaridad con los extranjeros caídos en desgracia. Hay muchas historias de migrantes que he contado en este espacio, como también he contado lo racistas y discriminadores que podemos ser. De inicio, el gobierno mexicano no ha dado el mejor trato a la caravana; su política exterior de los últimos años ha sido percibida como condescendiente y entreguista con los deseos y locuras del loco presidente Trump.

Pero en esta ocasión me preocupa el ambiente antimigrante que comienza a salir de la clandestinidad y ya se observa en el espacio público, pues es el mismo que en otros países ha llevado al poder a gobernantes neofascistas: Trump en EU, Orbán en Hungría, Conte en Italia, Duda en Polonia; y que fortaleció a Le Pen en Francia. Existen preocupantes signos de mezquindad y xenofobia por parte de los mexicanos con los mismos argumentos absurdos de siempre: “¿por qué ocuparse de migrantes que entran violando las leyes?”, “¿por qué darles un trabajo que ni siquiera tienen los mexicanos?”, “en México también tenemos pobres y hay que atenderlos antes que a los extranjeros”.

Ya conocíamos la doble moral mexicana de exigir respeto para los mexicanos que cruzan el río Bravo y no exigir lo mismo para los centroamericanos que intentan llegar a los EU pasando por nuestro territorio. Pero las muestras de intolerancia de los últimos días son otra cosa: podrían ser los primeros y ominosos signos de una xenofobia que hasta ahora asoma la cabeza y que puede tirar por la borda la tradición hospitalaria y solidaria mostrada con los extranjeros. No deberíamos ser tan mezquinos, deberíamos mostrar al mundo lo que valemos y ocuparnos tanto de nuestros compatriotas como de los extranjeros en desgracia. Pero tal vez el “ser mexicanos” nos lo impida…

Nota de paz: No participaré en la consulta por el aeropuerto, no tiene la legalidad requerida y la decisión sólo compete a los gobernantes electos. El “pueblo” no puede tomar la decisión. ¿O entonces para que se eligen gobernantes?

@RodrigoSanArce


Preocupantes muestras de xenofobia

Es martes por la tarde y frente a la reja del edificio de Relaciones Exteriores en la calle Juárez de la CDMX, el colectivo “Rebelión contra el capitalismo” se manifiesta a favor del trato digno a los hondureños que pisan suelo mexicano con la consigna “los migrantes no son criminales”; un joven retira la manta de manera abrupta, lamentándose por que “destruyen la historia de mi México”. Antes que se armara el borlote, llegó la policía a escoltar al joven. En el fondo, su molestia es por la defensa de los derechos de la caravana de hondureños, no por los derechos de una reja que ni es histórica, ni sufrió daños.

Parece que a los mexicanos se nos está acabando una de las cosas que mejor nos caracterizó durante el siglo XX: la solidaridad con los extranjeros caídos en desgracia. Hay muchas historias de migrantes que he contado en este espacio, como también he contado lo racistas y discriminadores que podemos ser. De inicio, el gobierno mexicano no ha dado el mejor trato a la caravana; su política exterior de los últimos años ha sido percibida como condescendiente y entreguista con los deseos y locuras del loco presidente Trump.

Pero en esta ocasión me preocupa el ambiente antimigrante que comienza a salir de la clandestinidad y ya se observa en el espacio público, pues es el mismo que en otros países ha llevado al poder a gobernantes neofascistas: Trump en EU, Orbán en Hungría, Conte en Italia, Duda en Polonia; y que fortaleció a Le Pen en Francia. Existen preocupantes signos de mezquindad y xenofobia por parte de los mexicanos con los mismos argumentos absurdos de siempre: “¿por qué ocuparse de migrantes que entran violando las leyes?”, “¿por qué darles un trabajo que ni siquiera tienen los mexicanos?”, “en México también tenemos pobres y hay que atenderlos antes que a los extranjeros”.

Ya conocíamos la doble moral mexicana de exigir respeto para los mexicanos que cruzan el río Bravo y no exigir lo mismo para los centroamericanos que intentan llegar a los EU pasando por nuestro territorio. Pero las muestras de intolerancia de los últimos días son otra cosa: podrían ser los primeros y ominosos signos de una xenofobia que hasta ahora asoma la cabeza y que puede tirar por la borda la tradición hospitalaria y solidaria mostrada con los extranjeros. No deberíamos ser tan mezquinos, deberíamos mostrar al mundo lo que valemos y ocuparnos tanto de nuestros compatriotas como de los extranjeros en desgracia. Pero tal vez el “ser mexicanos” nos lo impida…

Nota de paz: No participaré en la consulta por el aeropuerto, no tiene la legalidad requerida y la decisión sólo compete a los gobernantes electos. El “pueblo” no puede tomar la decisión. ¿O entonces para que se eligen gobernantes?

@RodrigoSanArce

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