/ lunes 6 de noviembre de 2017

Contexto

El desorden está a la vista.

La falta de autoridad es evidente.

La conclusión es contundente: Toluca es un estacionamiento, paradero de autobuses, terminal. Todo lleva a la anarquía, pueden estacionar en todas las laterales sin pena ni penalidad.

Y en Matamoros.

Cada quien resuelve como puede el día a día: mentadas de madre, insultos, cerradas de coches, subida a camellones, sentido contrario…y más: ausencia de autoridad que no sabe serlo.

Es la crónica del desorden de cada día.

Nadie parece querer el orden. Viva la anarquía, viva el desorden, viva el desmadre.

Así nos educan.

Es el ejemplo de todos, Abusito por aquí, abusito por allá (al ritmo de la canción) y todo se nos va en los altos costos que crea el desorden, el mal humor de cada día, el de todos los días.

Las calles están saturadas. Eso las hace inseguras, intransitables, sofocantes.

No importa donde ande.

Constituyentes de tres carriles sólo queda uno.

Lo mismo pasa en Instituto Literario.

Y en Gómez Farías, los coches se estacionan uno sí y otro no y dejan un solo carril.

En Aldama pasa lo mismo.

Y Venustiano Carranza.

Y Vicente Guerrero en donde ya no sólo se paran de un lado sino de dos de tres de cuatro y ahí se hacen estacionamientos de los negocios: ferreterías, restaurantes, clínicas, comercializadoras.

Y Allende.

Y Galeana.

Y ….y…..

Y todo es área de carga y descarga. No hay horarios, no hay espacios definidos, no hay supervisión.

La autoridad no es la que sanciona, la que se pasa imponiendo multas sin ton ni son, sino aquella que orienta, que previene, que ayuda a hacer ciudadanía, a mejorar la calidad de vida.

Y eso nos hace falta.

Y cada día la calidad de vida se deteriora.

Y a nadie le importa.

Pero los culpables, y que nadie se equivoque, no son los ciudadanos. Lo ha sido la autoridad por años negligente, descuidada, fodonga, sin el menor gusto por el buen vivir. Y nos han jodido la vida por ser cómplices de todos quienes no aman a la ciudad ni a sus pueblos.

Y ahí está el resultado.

Calles inundadas de coches y malas.

Sólo se repavimentan para tener nuevos baches a los dos meses (véase Lerdo).

La ciudad requiere de un nuevo orden, de una filosofía que ponga a la gente y a su calidad de vida por encima de todo.

El desorden sólo trae costos sociales y económicos muy altos.

Todo ello afecta a la productividad de la ciudad como ente económico. Su convivencia desde el punto de vista social. Su ética desde el punto de vista moral y educativo.

Escribir sobre Toluca es hacer la crónica cotidiana de su destrucción, de su deterioro, de sus abusos. Las crónicas del pasado sólo refuerzan la idea del deterioro al que se ha llegado.

Quienes han disfrutado del poder sólo serán el día de mañana los responsables de la destrucción y así será consignada.

Actuar con sentido histórico exige imaginación y vocación de servicio. De otra suerte la autoridad seguirá siendo cómplices de la tragedia de la ciudad.

Tener una ciudad ordenada es el principio de la calidad de vida.

Hoy ya en el centro de la ciudad se asesina como en cualquier ciudad dominada por el narco.

Toluca debe poner sus barbas a remojar.

Después será demasiado tarde.

El desorden está a la vista.

La falta de autoridad es evidente.

La conclusión es contundente: Toluca es un estacionamiento, paradero de autobuses, terminal. Todo lleva a la anarquía, pueden estacionar en todas las laterales sin pena ni penalidad.

Y en Matamoros.

Cada quien resuelve como puede el día a día: mentadas de madre, insultos, cerradas de coches, subida a camellones, sentido contrario…y más: ausencia de autoridad que no sabe serlo.

Es la crónica del desorden de cada día.

Nadie parece querer el orden. Viva la anarquía, viva el desorden, viva el desmadre.

Así nos educan.

Es el ejemplo de todos, Abusito por aquí, abusito por allá (al ritmo de la canción) y todo se nos va en los altos costos que crea el desorden, el mal humor de cada día, el de todos los días.

Las calles están saturadas. Eso las hace inseguras, intransitables, sofocantes.

No importa donde ande.

Constituyentes de tres carriles sólo queda uno.

Lo mismo pasa en Instituto Literario.

Y en Gómez Farías, los coches se estacionan uno sí y otro no y dejan un solo carril.

En Aldama pasa lo mismo.

Y Venustiano Carranza.

Y Vicente Guerrero en donde ya no sólo se paran de un lado sino de dos de tres de cuatro y ahí se hacen estacionamientos de los negocios: ferreterías, restaurantes, clínicas, comercializadoras.

Y Allende.

Y Galeana.

Y ….y…..

Y todo es área de carga y descarga. No hay horarios, no hay espacios definidos, no hay supervisión.

La autoridad no es la que sanciona, la que se pasa imponiendo multas sin ton ni son, sino aquella que orienta, que previene, que ayuda a hacer ciudadanía, a mejorar la calidad de vida.

Y eso nos hace falta.

Y cada día la calidad de vida se deteriora.

Y a nadie le importa.

Pero los culpables, y que nadie se equivoque, no son los ciudadanos. Lo ha sido la autoridad por años negligente, descuidada, fodonga, sin el menor gusto por el buen vivir. Y nos han jodido la vida por ser cómplices de todos quienes no aman a la ciudad ni a sus pueblos.

Y ahí está el resultado.

Calles inundadas de coches y malas.

Sólo se repavimentan para tener nuevos baches a los dos meses (véase Lerdo).

La ciudad requiere de un nuevo orden, de una filosofía que ponga a la gente y a su calidad de vida por encima de todo.

El desorden sólo trae costos sociales y económicos muy altos.

Todo ello afecta a la productividad de la ciudad como ente económico. Su convivencia desde el punto de vista social. Su ética desde el punto de vista moral y educativo.

Escribir sobre Toluca es hacer la crónica cotidiana de su destrucción, de su deterioro, de sus abusos. Las crónicas del pasado sólo refuerzan la idea del deterioro al que se ha llegado.

Quienes han disfrutado del poder sólo serán el día de mañana los responsables de la destrucción y así será consignada.

Actuar con sentido histórico exige imaginación y vocación de servicio. De otra suerte la autoridad seguirá siendo cómplices de la tragedia de la ciudad.

Tener una ciudad ordenada es el principio de la calidad de vida.

Hoy ya en el centro de la ciudad se asesina como en cualquier ciudad dominada por el narco.

Toluca debe poner sus barbas a remojar.

Después será demasiado tarde.